viernes, 21 de agosto de 2009

ORGANIZACION ANARQUISTA. UN DEBATE NECESARIO Y ACTUAL




Uno de los grandes debates al interior del movimiento libertario ha sido el tema de la organización. Las constantes pugnas entre organizativos y anti-organizativos, han ocupado gran cantidad de paginas y artículos, por ende es necesario tomar posiciones al respecto.
Es fundamental a la hora de comenzar el trabajo militante el tener claro los elementos teóricos y prácticos, que impulsen un proyecto estratégico donde nuevamente las ideas libertarias logren ser protagonistas en las luchas que libran los explotados y oprimidos.
Es necesario dejar claro que cuando hablamos de organización debemos pensarla desde tres ámbitos distintos pero que guardan estrecha relación. Por un lado tenemos la organización como principio y condición de la vida social, por otro la organización de las fuerzas populares en la defensa de sus intereses y por último la organización política anarquista.

LA ORGANIZACIÓN COMO PRINCIPIO Y CONDICIÓN DE LA VIDA SOCIAL.

Es necesario definir cual es nuestra concepción frente al tema de la organización y que funciones tiene esta en el funcionamiento de la sociedad, para desde ahí asumir una política libertaria al respecto.
En este sentido concordamos con lo que plantea Malatesta, cuando caracteriza la organización como condición natural y necesaria de la vida social, cuyos elementos fundamentales son la cooperación y la solidaridad, por lo tanto, esta ha sido una herramienta natural que los seres humanos han utilizado para solucionar sus problemas en pos del bien común.
Sin embargo, existen otros individuos, que a través de esta, han logrado mantener una opresión milenaria explotando para su propio beneficio el trabajo de los demás. Este pequeño número de privilegiados ha sostenido su dominación, en gran parte, por la incapacidad de la mayoría de los demás que no han podido organizarse con sus pares en beneficio de sus propios intereses y necesidades.
Ante esto la organización pasa a ser un elemento fundamental en el conflicto de clases, y es aquí donde el anarquismo cobra real sentido, ya que históricamente su misión ha sido potenciar y fortalecer las organizaciones populares. Es por esta razón que las políticas de nuestra organización apuntan hacia esto.
Es necesario aclarar que nuestro interés no es hacer un culto a la organización y que mucho menos es dirigir mesiánicamente a los demás, como plantean muchos anarquistas individualistas y anti-organización, que de igual manera generan organización para sus acciones.
Su crítica fundamental gira en torno a que no puede haber organización sin autoridad. En este sentido, si la organización es parte natural y necesaria de la vida social, cabe preguntarse si puede existir sin autoridad.
Por lo general se tiende a pensar que una organización al intentar coordinar la acción propia y la de otros, viola la libertad y la iniciativa individual, y por ende es autoritaria. Cuestión que a nuestro parecer es un grave error. Si estamos claros que el anarquismo reivindica la libertad individual y colectiva, esta se debe incentivar desde las mismas organizaciones que ha creado la clase para defender sus intereses, y no aislarse de estas, ya que esta es la única manera de enfrentar el conflicto de clase que se presenta cuando existen influencias artificiales, que buscan servirse de la fuerza colectiva con el único fin de imponer autoritariamente sus intereses. Es solo en la cooperación y solidaridad donde el hombre encuentra los medios para desplegar su autoridad y su poder de iniciativa.

LA ORGANIZACIÓN DE LAS FUERZAS POPULARES

Este ámbito tiene que ver con la organización de los sujetos populares, independiente de sus inclinaciones políticas (sindicatos, organizaciones estudiantiles, organizaciones vecinales, etc.) Es en este tipo de organizaciones donde la unidad del más amplio conjunto del pueblo es posible, y es donde los sujetos deberían velar por sus intereses colectivos.
Pese a no ser de una naturaleza “política” (entendida en el sentido de que no se constituyen desde un marco doctrinario y un programa social dado, reuniendo a gente de un diverso espectro), pueden politizarse con el curso del conflicto de clases.
Al mismo tiempo existe un nivel intermedio en el que se aglutinan elementos de un sujeto popular específico, pero que tienen en común ciertos lineamientos políticos. Esta inclinación política, no puede ser, en todo caso, tan definida como la requerida para pertenecer a una misma organización política. Ciertos militantes o activistas populares que comparten una misma visión y que comparten políticas en relación al punto específico que les une (sea la actividad sindical, estudiantil o poblacional), se organizan para formar una cierta tendencia en el seno de un movimiento u organización mayor.
Históricamente las organizaciones populares han seguido dinámicas de lucha, las cuales giran en torno a ciertas prácticas, como la solidaridad y la cooperación en la defensa de los intereses comunes; y la lucha contra la desigualdad y la injusticia social, y es esto lo que debe fortalecer y potenciar el anarquismo clasista y organizado.

LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA ANARQUISTA.

Este ámbito es el más específico de la organización, y se compone de personas provenientes de diversos sujetos y organizaciones populares (estudiantes, trabajadores, etc.), quienes comparten una orientación política y un programa (que en nuestro caso es de corte libertario y revolucionario). Al ser provenientes de diversos espacios sociales, resulta evidente que éste ámbito podrá referirse, primordialmente, a cambios de toda la sociedad. La unidad, en este ámbito, es mucho más restringida, sin perder el principio federativo que asegura la plena autonomía de sus integrantes, aceptando eso sí la necesidad de niveles superiores de unidad táctica e ideológica.
Tomando como referencia lo planteado anteriormente, es necesario referirnos al como concebimos el tema de la organización al interior del movimiento libertario.
La organización es un elemento vital e imprescindible, por tanto nadie puede estar ajeno a esta necesidad, ni a nivel general de sociedad, ni en particular, en el caso de una organización especifica anarquista.
Claramente definirse como una organización anarquista, compuesta por hombres y mujeres que se unen por iniciativa propia con miras a un fin en común, y que en conjunto se esfuerzan conscientemente en alcanzarlo, no tiene relación directa con la idea autoritaria de violar la libertad individual, como plantean muchos anarquistas.
No necesariamente seguir un programa especifico es sinónimo de sacrificar la libertad de los individuos o grupos que la componen, ya que, no se siguen caudillos, lideres ni jefes, por el contrario la adhesión a una línea programática responde a una responsabilidad colectiva con un conjunto de ideas y prácticas que deben influir lo más positivamente en la naturaleza humana y en la sociedad.
Entonces, una organización anarquista debe ser un conjunto de individuos y/o grupos que tienen un horizonte común y se esfuerzan por alcanzarlo. En este proceso, es natural que se entiendan entre ellos, unan sus fuerzas, se dividan el trabajo y ocupen las mejores tácticas para llegar a aquella meta en común.
Las características fundamentales que debe tener la organización anarquista, es la plena autonomía, la plena independencia, la responsabilidad colectiva, la libre asociación, el libre acuerdo y el deber de mantener los compromisos aceptados, son estos elementos los que deben reflejarse en la práctica concreta de la organización.
Todos los miembros o grupos que componen la organización pueden expresar libremente sus opiniones y utilizar cualquier táctica que no esté en contradicción con los principios aceptados y no dañen la actividad de los demás. La duración de la organización tiene estrecha relación con la afinidad de sus componentes y cuando ya no es capaz de cumplir una función útil es mejor que desaparezca, y dar paso a la creación de nuevas organizaciones más acordes con el contexto.

RELACIÓN ENTRE ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y LAS FUERZAS POPULARES.

Pensamos que es legítima la interacción entre los diferentes ámbitos organizativos: así como es legítimo que los miembros de una organización política anarquista agiten su programa y las ideas libertarias en el seno de todas las organizaciones populares en donde participen, con el objetivo de popularizar sus ideas y tratar de ganar respaldo e influir saludablemente en las masas, es también perfectamente legítimo que la organización política anarquista se muestre flexible a los aportes que realice el movimiento popular, y sus expresiones sociales y políticas.
Nuestra intención no es emancipar al pueblo, al contrario buscamos entregar las herramientas que permitan el empoderamiento por parte de los sujetos de todos los asuntos de la vida, como forma de eliminar toda autoridad, alcanzando así su emancipación.
Sí como anarquistas sólo nos organizáramos en nuestra organización y no estuviésemos con los trabajadores, estudiantes y pobladores en cuanto somos trabajadores, estudiantes y pobladores; no podríamos lograr nada o sólo podríamos imponernos sobre los demás. En este caso por más que nos consideráramos anarquistas sólo seriamos simples burócratas distanciados de los reales deseos e intereses de la clase explotada y por ende dejaríamos de ser anarquistas. Favorecer las organizaciones populares, cualquiera sea su tipo, es consecuencia lógica de las ideas libertarias y por eso debe ser parte fundamental de nuestro programa
Una organización política anarquista bien constituida siempre estará pendiente de las variaciones del conflicto de clase, y por lo tanto, debe estar preparada para adecuar sus estrategias y tácticas a los diferentes contextos, lo que debería llevar a una mayor posibilidad de éxito en nuestro propósito final, la revolución social y el socialismo libertario. Sin embargo, mientras los anarquistas permanezcamos aislados, queriendo actuar cada uno por su lado sin entenderse con los demás lleva inevitablemente al fracaso, malgastando la energía en pequeños actos sin eficacia y que muy pronto los hará perder la fe en la meta cayendo en una completa inactividad.